Introducir un nuevo gato en un hogar que ya cuenta con uno o varios, es una tarea que requiere de tiempo (la transición puede durar semanas) y unos propietarios comprometidos. Los dueños de la mascota tendrán que tener paciencia y facilitar la adaptación del felino, mediante la gestión de su nuevo hábitat. Todas nuestras actuaciones, estarán encaminadas a reducir el estrés en nuestros gatos y propiciar una convivencia tranquila y saludable para todos.
El gato no está especialmente adaptado para vivir con otros congéneres, pudiendo mostrar problemas de convivencia. Es un mamífero territorial que establece un fuerte vínculo con el espacio donde vive. Evidentemente, existen diferencias entre individuos. Prueba de ello es que muchos conviven sin problemas bajo el mismo techo. Aquellos que han sido bien socializados y viven en un ambiente enriquecido (en el que pueden desarrollar su comportamiento natural), mostraran unos menores niveles de estrés y mayor tolerancia a la vida social.
A continuación describiremos como facilitar la introducción de un nuevo gato en nuestro hogar y evitar la aparición de episodios de agresividad:
A) Acudir al veterinario para que examine a nuestro nuevo gato. Antes de introducir un nuevo animal en nuestro hogar, y en especial si ya conviven animales de la misma especie, sería aconsejable una buena revisión. Este paso es fundamental no solo para saber el estado de salud del gato, sino para prevenir la transmisión de enfermedades a los gatos residentes.
En esta visita, además de una exploración por parte del veterinario para descartar posibles enfermedades, se desparasitará al animal, se le realizará un test para descartar el virus de la inmunodeficiencia felina FIV* y virus de la leucemia felina FeLV** y se revisará su estado vacunal. Las pruebas y tratamientos que recibirá el gato, dependerán en gran medida de su procedencia (si es un gato callejero, de albergue, criadero…) y su estado de salud en el momento de la visita.
Debemos tener en cuenta que, al introducir un nuevo animal en el territorio de los animales residentes, vamos a generar estados de miedo y la posibilidad de fuertes conflictos. Estos niveles elevados de estrés (que en ocasiones se cronifican), pueden afectar al estado inmunológico del nuevo gato y propiciar que aquellas enfermedades en fase de latencia puedan aparecer, afectando gravemente a su salud.
Actualmente en el mercado existen difusores de feromonas específicas para gatos. Estas sustancias pueden ayudar a disminuir los conflictos entre gatos y facilitar la introducción de un nuevo miembro. Aprovechando la visita a la clínica, sería un buen momento para pedir asesoramiento a nuestro veterinario sobre el uso de estas feromonas.
B) Durante los primeros días del gato en su nuevo hogar, debemos aislarlo en una habitación de modo que no pueda tener contacto físico con el resto de gatos. Los gatos residentes no lo podrán ver pero percibirán su olor y escucharan los sonidos que emite el nuevo gato. La habitación elegida no podrá ser la favorita de los gatos del hogar, ya que de ser así, intentarán entrar repetidamente.
La habitación tiene que disponer de agua, comida, arenero, juguetes y, si es posible, algún objeto que proceda de su anterior residencia (un juguete, rascador, colchoneta). Es buena idea también, dejar el trasportín abierto dentro de la misma habitación. Además de ofrecerle un refugio, haremos que el gato se familiarice con él, de modo que en posteriores visitas al veterinario con el mismo trasportín, reducirá considerablemente sus niveles de estrés.
C) Si pasados unos días observamos que la totalidad de los gatos se muestran tranquilos, es el momento de propiciar un acercamiento. Para ello, aproximaremos los comederos a ambos lados de la puerta que sirve de barrera física entre el gato nuevo y los gatos establecidos. De este modo, además de escucharse, comenzarán a reconocer los olores y feromonas que cada gato emite. Recordemos que los gatos poseen un olfato muy desarrollado y este es muy importante en su comportamiento de marcaje y en su comunicación mutua.
También podemos utilizar un trozo de tela para limpiar el nuestro nuevo gato y depositarla cerca de los gatos residentes. Lo mismo haremos con una tela procedente de los gatos establecidos que dejaremos en la habitación del nuevo gato. Una vez acostumbrados a estos nuevos olores, podemos utilizar un mismo paño para limpiar a todos los gatos (de manera que se mezclen los diferentes olores) e ir depositándolo en las diferentes áreas de la casa.
Si alguno de los gatos se mostrara incómodo, volveremos al paso anterior y repetiríamos el procedimiento cuando el gato esté tranquilo. Recompensar los pasos positivos con golosinas y aquellas actividades que les gustan a nuestros gatos, facilita una transición más suave.
D) Comenzamos con el contacto visual entre gatos. Para ello, podemos utilizar la misma puerta que separa ambos territorios para permitir la interacción. Abriremos la puerta unos centímetros de manera que se puedan ver pero no hacer daño. Aseguraremos la puerta con unos tacos para que no se pueda abrir totalmente. Si observamos comportamientos agresivos, como gruñidos, bufidos y/o siseos, cerraremos la puerta y esperaremos a que vuelvan a estar tranquilos.
En esta fase tenemos que tener paciencia y no permitir un contacto repentino entre los gatos. El gato recién llegado puede ser víctima de ataques por parte de los gatos residentes, ya que estos ven como un desconocido invade su territorio. Esto no solo ocurre con gatos nuevos, la llegada de un gato establecido que ha estado hospitalizado por un tiempo (más aun si lleva collar isabelino), puede desencadenar peleas y conductas agresivas por un cambio en la estructura del grupo.
Posteriormente, si la fase anterior ha sucedido sin problemas, podemos colocar al gato recién llegado dentro de su trasportín y ubicarlo en la zona de los otros gatos. De esta manera, ya se pueden ver completamente y de un modo seguro comenzar a interactuar.
E) Por último, comenzaremos con el contacto directo bajo supervisión de los dueños. Para ello colocaremos al recién llegado en una habitación y le iremos presentando los gatos residentes uno por uno y por breves periodos de tiempo. Todo ello bajo nuestra supervisión y separando a ambos animales si observamos comportamientos de malestar o agresividad. Si alguno de los gatos comienza a caminar de manera encorvada, desplazándose lateralmente y con el pelo erizado se está preparando para un ataque. Si por el contrario camina tranquilamente con la cola erguida, significa que se aproxima con buenas intenciones y todo marcha bien.
En esta fase es clave la paciencia y comprender que cada gato puede reaccionar de manera diferente y necesitar más tiempo para aceptar a un nuevo individuo. Esto dependerá de la socialización que haya tenido y su procedencia (gato callejero, albergues, de otra familia…). Si es necesario, volveremos a los pasos anteriores hasta que todos los gatos se hayan familiarizado entre sí.
Antes de permitir la circulación libre de todos los gatos por la vivienda, debemos asegurarnos de cumplir una serie de condiciones:
– Disponer de comederos y bebederos en número suficiente. En el caso de los gatos es un comedero y bebedero para cada gato.
– Areneros para cada gato más uno extra y de dimensiones adecuadas. Mantenerlo siempre limpio: recogido diariamente y lavado una vez a la semana.
– Ubicaremos los bebederos y comederos en lugares distintos de la casa, al igual que los areneros para evitar la competencia por los recursos.
– Permitir el uso del espacio de la vivienda en sus tres dimensiones de manera que los gatos dispongan de lugares de descanso altos (hamacas, estantes en las paredes), puedan trepar y esconderse en las alturas.
– Organizar bien el espacio de manera que las zonas de alimentación, descanso y eliminación estén separadas como mínimo 2 metros.
– Facilitar diferentes escondites en los que puedan refugiarse al verse amenazados.
– Enriquecer el ambiente mediante juegos o actividades variadas que permitan al gato desarrollar su conducta normal (cazar, ejercitarse, observar…).
Recuerda que nuestro objetivo es conseguir una convivencia pacífica entre nuestros gatos. Un hogar en el que se suceden de manera continua peleas o conductas agresivas entre felinos, no es para nada un ambiente saludable. Ante dicha situación, no dudes en consultar con tu veterinario, él te podrá aconsejar sobre el manejo de esta situación o derivarte a un veterinario especialista en etología.
* FIV: El virus de la inmunodeficiencia felina es un retrovirus. La mayoría de los felinos son sensibles al FIV. Es endémico de las poblaciones de gatos domésticos de todo el mundo aunque su seroprevalencia varía mucho de una región a otra. La inmunodeficiencia que produce esta enfermedad propicia que sean otras enfermedades oportunistas la que afecten al animal. No existe ninguna vacuna disponible en el mercado europeo para esta enfermedad.
** FeLV: El virus de la leucemia felina es un retrovirus que puede provocar supresión del sistema inmunitario, linfoma y anemia. Afecta a gatos de todo el mundo. Existe vacuna para su prevención.