La parvovirosis canina es una enfermedad de distribución global que, cursando con vómitos y diarreas, y constituye la principal causa de enteritis víricas en cachorros. Es una enfermedad infecciosa, y todos los perros no vacunados pueden contraerla.
¿Qué produce la parvovirosis canina?
La parovirosis canina está producida por el parvovirus canino, un virus de pequeño tamaño (‘parvo’ quiere decir pequeño en latín), que afecta tanto a cánidos domésticos como salvajes. Es un virus reciente, descrito por primera vez en los 70, y cuyo origen aún no está claramente determinado.
Se conoce la existencia de dos tipos principales de parvovirus canino, uno de ellos que causa enfermedad, pero con menor impacto, el MCV (del inglés ‘minute virus of canine’) o parvovirus canino tipo I (‘canine parvovirus’ CPV1). Y otro más patogénico, el parvovirus canino tipo II (CPV2), que a su vez posee varios subtipos.
Tras su caracterización, a finales de la década de los 70, la parvovirosis por CPV2 ya fue considerada como una infección pandémica.
¿Cómo se produce su infección?
Su principal vía de contagio o de entrada al animal, es a través de la vía oro-nasal, por contacto directo o indirecto. Es decir, directo entre perros, o indirecto, a través de heces o de zonas y elementos sucios. Por ejemplo, portado en nuestros zapatos, en los manos, y los platos de comida o agua, en las correas, juguetes…
Este microorganismo es altamente infeccioso y muy estable en el medio, teniendo una gran capacidad de supervivencia. De hecho, sobrevive más de un año en las heces y el suelo, y en condiciones ambientales variables. Soporta bien condiciones tanto de altas como de bajas temperaturas, ambientes secos y húmedos, y resiste muchos agentes desinfectantes comunes.
Una vez realizado el contacto, el virus se replica en el tejido linfático de la orofaringe. Desde allí, a través de la sangre, se disemina por el organismo, hacia las zonas donde las células se reproducen con mayor velocidad. Una de estas zonas diana es el tejido que cubre el tracto intestinal, sobre todo las llamadas vellosidades intestinales. El resultado es la necrosis de tejido en esta región y la consecuente diarrea hemorrágica.
Además, también puede atacar el corazón en cachorros muy pequeños.
Producida la infección, su período de incubación es de 3 a 8 días, pudiendo ser transmitido a otros perros 3 días después de la infección inicial.
Por todas estas características, la incidencia de esta enfermedad es altísima en colectividades caninas, como son los centros de cría, residencias caninas o albergues.
¿Cómo cursa la parvovirosis canina?
Pueden aparecer dos formas clínicas diferentes. A grandes rasgos, existe una forma miocárdica que afecta el corazón de cachorros menores de 3 meses de edad. El virus se replica en el miocardio provocando necrosis. Ésta provoca insuficiencia cardiopulmonar aguda, lo que puede desembocar en muerte súbita. En otros casos, puede aparecer una forma de miocarditis que causa problemas a animales adultos. Esta forma fue más común en los inicios del estudio de la enfermedad, aunque cada vez es menos frecuente.
Otra forma de presentación es la forma entérica. Ésta es la más característica de la enfermedad, y cursa con vómitos y diarreas, muchas veces sanguinolentas. Esta forma lleva a deshidratación, y predispone a problemas graves y complicaciones que agravan el estado del animal.
Al atacar la región intestinal, bacterias enterales normales, como Escherichia coli (E. coli), pueden entrar en el torrente sanguíneo provocando una bacteriemia.
La muerte puede producirse en hasta el 91% de los cachorros si no se aplica tratamiento, y se relaciona con los procesos graves de deshidratación. No obstante, la mortalidad asociada a un correcto tratamiento cae al 16-35% de los casos, y en adultos hasta el 10%.
Frente a la parvovirosis canina existen susceptibilidades y resistencias aparentes entre razas. El rottweiler, doberman pinscher, pit bull terrier americano, y el pastor alemán, tienen un riesgo mayor de contraerla. El caniche miniatura y el cocker spaniel, sin embargo, parecen estar más protegidos frente a la enfermedad, del mismo modo que los perros mestizos.
¿Se transmite la parvovirosis canina a las personas?
En absoluto. Los humanos podemos padecer infecciones por virus de la misma familia, la Parvoviridae, pero no por los mismos que afectan a los cánidos. El parvovirus B19 es el descrito como único cuasante de enfermedad humana. Además, su infección causa el eritema infeccioso y otros trastornos, que nada tienen que ver con la clínica de nuestros perros.
¿Qué sintomatología presentan los perros afectados de parvovirosis?
Los síntomas más comunes son:
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Apatía y letargia (cansancio)
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Pérdida del apetito o anorexia
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Fiebre
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Vómitos
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Diarrea, que llega a ser severa, y a menudo con sangre
En los casos más agudos, se puede producir la muerte en 2 o 3 días.
¿Cuál es el tratamiento de la parvovirosis canina?
Las posibilidades de tratamiento de la parvovirosis canina son limitadas. Aunque es siempre tu veterinario el que establecerá el tratamiento más adecuado en cada caso, una vez contraída la enfermedad, en general se ofrece un tratamiento sintomático, enfocado a contrarrestar la deshidratación, y evitar la aparición de infecciones secundarias. Esto suele conllevar la hospitalización del animal.
Realmente no hay productos específicos disponibles frente al virus. La mejor estrategia para salvaguardar la salud de tu perro es la prevención de su infección mediante el uso de vacunas.
Lo hemos comentado en entradas anteriores. Para evitar la mayoría de enfermedades parasitarias e infecciosas que afectan a nuestras mascotas, como la parvovirosis canina, debemos mantener el tratamiento antiparasitario y el calendario vacunal en regla. Los organismos veterinarios de referencia establecen una serie de vacunas que son esenciales. La vacuna frente al CPV2 entraría dentro de este grupo, debiendo administrársele a tu perro, independientemente de dónde viva.
Así como te decíamos que la mortalidad en cachorros puede superar el 90% si no reciben tratamiento adecuado, cuando están vacunados, puede sobrevivir hasta el 90% de ellos.
Una vez detectada la infección, dentro de las estrategias que podemos aplicar, debemos desinfectar con lejía diluida (1:30) las zonas de juego, patios, y donde haya defecado nuestro perro. Además de desinfecta utensilios como los juguetes, platos, etc.
Los perros infectados deben mantenerse aislados de otros congéneres, hasta que se hayan recuperado y no estén excretando el virus. Sobre todo, debemos mantener a los cachorros lejos de otros perros jóvenes o adultos del que no conozcamos su protocolo de vacunación. Otros sitios clave en esta prevención son los parques para perros, peluquerías o tiendas de mascotas. No deberíamos visitarlas con nuestro cachorro, hasta que su calendario vacunal haya sido completado.
Finalmente, si observas que tu perro muestra alguno de estos signos clínicos, nuestra única recomendación es que acudas al veterinario más cercano. Puedes encontrar muchas opciones a través del siguiente buscador veterinario, pulsando en el este enlace www.vetranking.com.
Referencias
VETranking.com. ‘Vacunas: Por Qué Son Necesarias Para Nuestra Mascota‘. 7 de Enero de 2018. Acceso: 27 de Enero de 2018.
VET24 Hospital Veterinario-Blog. ‘La Parvovirosis En El Perro’. 22 de Octubre de 2017. Acceso: 27 de Enero de 2018.
Merck & Co. ‘Manual Merck de Medicina Veterinaria‘. Océano Grupo Editorial SA. 2005.
Mayo Clinic-Blog. ‘Eritema Infeccioso’. 24 de Marzo de 2015. Acceso: 27 de Enero de 2018.
S. Nandi, M Kumar. ‘Canine Parvovirus: Current Perspective‘. Indian Journal of Virology: an official organ of Indian Virological Society. 2010.
ED Heegaard, KE Brown. ‘Human Parvovirus B19‘. Clinical Microbiology Reviews. 2002