Algunas enfermedades son muy comunes en ciertas razas de animales, así como hay otras que muchas razas no suelen padecer. Esta idea de diferentes grados de susceptibilidad a enfermedades, nos habla de la influencia de la genética en la clínica de nuestras mascotas.
Existen genes que las hacen más predispuestas a padecerlas, así como hay genes otros que hacen a un animal menos susceptible a ellas.
Algo de genética
Dentro de cada célula con núcleo de nuestro cuerpo existe un enorme paquete de información. Ésta está preservada en forma de una molécula de gran tamaño llamada ADN (ácido desoxirribonucleico). Este ADN está formado por unidades estructurales, los nucleótidos, que atendiendo principalmente a su distribución o secuencia (orden en el que aparecen en la molécula de ADN), transmitirán una información concreta.
Esta información será a su vez transcrita y traducida mediante una serie de mecanismos a forma de proteína.
Las proteínas son también moléculas de gran tamaño, responsables de casi todas las funciones del organismo. Éstas van desde la propia estructura de los tejidos, a los distintos procesos metabólicos (el crecimiento, la respuesta inmune, la digestión…). Por ejemplo, la respuesta inmune frente a ciertas infecciones, como al virus del parvovirus canino, varía según la raza.
La unidad de información de ADN que codifica para una proteína en concreto se llama gen. Estos genes, y otras secciones de ADN no codificante, agrupados en su conjunto, forman lo que se conoce como cromosoma. Cada núcleo celular de una célula de mamífero (como los gatos, los perros o nosotros mismos) contiene un número específico de cromosomas, a excepción de las células sexuales (espermatozoide y óvulo). Este número de cromosomas es de 78 en el perro, 38 en el gato y 46 en el ser humano.
Las células sexuales en su caso poseen la mitad del número de crosomas del resto de células (39 en el perro, 19 en el gato y 23 en el ser humano), ya que, al unirse entre ellas, generarán un nuevo individuo que posee la mitad de la información genética de su madre y la de su padre.
Por tanto, los caracteres se transmiten a través de los genes, y estos se heredan de padres a hijos, en un 50% por parte de cada progenitor.
La selección artificial y otros cambios
En la naturaleza, la información genética se transmite de generación en generación, mediante cruces entre los diferentes progenitores, los cuales se reproducen siguiendo diferentes estrategias. Este tipo de mecanismos forman parte de la llamada selección natural. Pero con los animales y las plantas que han estado bajo la mano del hombre no ha ocurrido lo mismo. Tradicionalmente, ha existido una cierta manipulación genética alrededor de la cría de los animales, lo que se conoce como selección artificial. Ya sea porque un perro era mejor cazador, porque un caballo corría más o porque una oveja daba más litros de leche, al seleccionar qué animal se cruzaba para la siguiente generación, lo que el hombre realizaba era en definitiva una selección genética.
En este sentido, las razas actuales de animales domésticos responden en su mayoría a este tipo de selección, y entre estos aspectos que el hombre quiso fomentar, también incentivó, a veces sin quererlo, la aparición de ciertas predisposiciones y resistencias a enfermedades.
Esta susceptibilidad no es sólo cosa de la raza, ya que dentro de la misma hay familias e individuos más o menos predispuestos.
Por otro lado, también es importante saber que existen pequeños cambios, las llamadas mutaciones, que a veces alteran la estructura del ADN y afectan a la traducción de una carácter. Cambia la proteína que codifica este gen y de esta manera se ve afectada en última instancia la función que ésta tiene. Estas mutaciones explican, por ejemplo, la aparición de un individuo cachorro albino en una camada de perros del color esperado.
Dentro de estas mutaciones genéticas se diferencian diferentes tipos, y unas pueden suponer una limitación para la vida, así como otras simplemente pueden llegar a incorporarse al individuo que la porta, con consecuencias de diversa índole.
Las razas domésticas y la endogamia
Las enfermedades genéticas aparentemente son más comunes en los animales domésticos que en los salvajes. La reproducción, casi aleatoria en la naturaleza de estos últimos, supone un mecanismo de protección frente a la perpetuación y extensión de estas enfermedades. Desgraciadamente, no ocurre lo mismo en los animales domésticos, y esto es por la mencionada intervención del hombre. Cuando se quiere perpetuar un carácter concreto de un animal se suele reproducir a aquellos animales que tienen un grado elevado de parentesco, generando lo que se conoce como endogamia. Las razas actuales de perros y gatos son en su mayoría el resultado de este tipo de cruces, lo que se relaciona como la principal causa de sus enfermedades hereditarias. Podemos pensar en un macho reproductor que se cruza con muchas hembras por sus cualidades. De esta manera, se reduce la variabilidad genética que ofrecerían otros machos descartados durante la selección realizada.
En este sentido, la creencia popular de que los animales mestizos tienen menos enfermedades, tiene cierta base.
Predisposición racial en perros y gatos
Existe actualmente un amplio mapa que relaciona la susceptibilidad para ciertas enfermedades con razas concretas. Es más, se han identificado algunos de los genes que las codifican.
Pero el hecho de portarlos no siempre quiere decir que un individuo de una raza concreta vaya a desarrollar la enfermedad. De hecho, en algún caso es probable que nunca la desarrolle. Muchas de estas enfermedades son el resultado de la interacción entre el entorno y el individuo. Es decir, una raza predispuesta a una alergia, no desarrollaría la enfermedad si no recibe exposición al alérgeno.
En otros casos, el carácter codificado sí que queda establecido directamente por la causa genética. Esto es lo que ocurre en el caso de una malformación corporal, como por ejemplo, un problema cardíaco.
Algunos ejemplos más son la displasia de cadera en el perro pastor alemán y el gato maine coon. O también la sordera en el perro border collie y la hipertrofia cardíaca en el gato persa.
Recuerda que el hecho de que tu mascota sea de una raza concreta no la hará padecer una enfermedad. Del mismo modo, si tu mascota es mestiza no quiere decir que esté protegida frente a cualquier enfermedad. Ante la mínima sospecha, debes llevarla al veterinario. No olvides que las revisiones clínicas periódicas son la mejor estrategia de prevención.
Volveremos a hablar de genética y a profundizar en estos conceptos en futuras entradas. Recuerda darte de alta en nuestro boletín si quieres estar al día de nuestro blog.
Referencias
A Gough, A Thomas. ‘Breed Predispositions to Disease in Dogs and Cats‘. Wiley-Blackwell. 2004
MJ Lipinski, y col. ‘The Ascent of Cat Breeds: Genetic Evaluations of Breeds and Worldwide Random Bred Populations‘. Genomics 2008
BJ Wilson, CM Wade. ‘Empowering international canine inherited disorder management‘. Mammam Genome. 2012